SUMERGIDOS EN EL SILENCIO

Por Tahíta

El Silencio no puede ser un concepto.

Hazlo palpable. siente su sustancia; experimenta su corriente y flujo, su vitalidad y su presencia viva.

Observa cómo impregna la naturaleza, cómo todo tiene su propia cualidad de Silencio.

El inmenso y estable silencio de las montañas, el silencio  de un bebé dormido, completamente rendido; el silencio de un bosque, las profundidades silenciosas del océano, el silencio dinámico de un arroyo serpenteante, el silencio imponente de una catedral, el silencio desnudo de una rama sin hojas en invierno, el extenso silencio del cielo.

En el cuerpo, siente la profundidad del silencio, y la forma en que baña al cuerpo por dentro y por fuera, conectándonos con el silencio de todas las cosas.

Presta atención a la sensación palpable del silencio, cómo disuelve las barreras, suaviza, nutre, relajando y animando simultáneamente el cuerpo.

Experimentar el Silencio es experimentar la intimidad con el mundo, y con lo que sea o quien sea que estamos viendo o conociendo en la experiencia.

Tal silencio íntimo está muy presente en lo que está cercano. Percibir, pensar y sentir están allí, disponibles…pero nos sentimos más alertas, más íntimos, más presentes que nuestro modo ordinario de experimentar, si el silencio predomina.

Este silencio no es un estado de consciencia como estar dopado o en trance sino un estado natural, totalmente abierto e íntimo con el momento tal como es.

En nuestra vida diaria, podemos darnos cuenta de cómo incesantemente utilizamos el ruido para distraernos del silencio…el ruido de nuestra charla interior, las historias que nos contamos que agitan nuestras emociones, las mentiras con las que vivimos que perpetúan el miedo, las formas en que continuamente canjeamos el silencio por pensamientos y juicios condicionados.

La ansiedad y el miedo pueden parecer guardianes que custodian la puerta para que no pase el Silencio, pero finalmente éstas se abrirán cuando estemos más interesados ​​en ser que en mejorar, cuando prefiramos escuchar que saber, cuando estemos más interesados por el "ahora" que por el "luego" o el "cuándo".

Sumergirse en el silencio es como bañarse de adentro hacia afuera.

Todo lo que necesite atención, calidez, amor, purificación, liberación, es invitado a salir de las sombras para ser visto, sentido, y llevado de nuevo a la plenitud que pertenece a nuestro Ser.

Cuando estamos empapados de Silencio por dentro y por fuera, experimentamos su intimidad, frescura y capacidad de respuesta.

Podemos sentir la diferencia entre las palabras y las acciones que vienen directamente del Silencio y las que se sienten repetidas, no originales…condicionadas. Sentimos las corrientes sutiles del Silencio más fácilmente y surge un tierno amor por la vida en todas sus variadas expresiones,  no porque debamos, o porque nos hayamos convertido en santos, sino porque hemos sido transformados por el Silencio.

Porque el silencio es en sí la mayor herramienta de transformación.

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