UNA VENTANA A LA VIDA
Lloramos, lloramos, lloramos. Pero nuestras penas no terminan de lavarse Vivir es a veces difícil, doloroso. Sentimos que la cuesta se nos hace cada vez más costosa de subir. Y esa terrible sensación de que cuando algo nos sale mal, luego llega algo peor y más tarde otra cosa más y nos embadurnamos en la desazón de sentir que nuestra vida se ha convertido en un cúmulo de desastres, uno tras otro, y con los que no tenemos mucho que ver. No hemos hecho nada para merecer semejante sucesión de castigos. "Que se corte la mala racha", pensamos una y otra vez tratando de imaginar porqué la vida se ha ensañado así con nosotros. A esto se agrega la tendencia de mirar a nuestro alrededor. ¿Y qué vemos? Si intentásemos ser imparciales veríamos gente en nuestra situación, otros en una mejor, aquellos que lo pasan muy bien como si vivieran en otro mundo (y que no siempre tiene que ver con las posesiones materiales o el dinero) y algunos que están aún peor que nosotros.